Ayer tuvo lugar la gala de entrega del Balón de Oro de fútbol, la primera en la que se entregaba el galardón a una mujer. Ese momento será recordado, pero no por el fútbol sino por el twerking.
Esta edición de la entrega del Balón de Oro era especial. Ada Hegerberg, delantera del equipo Olympique de Lyon, se convertía en la primera mujer en hacerse con el prestigioso premio. En ese preciso momento, daba un gran paso siendo la protagonista de la visibilización del fútbol femenino.
Pues bien, en ese momento en el que Ada, feliz y orgullosa, aparece en el escenario para recibir su merecido premio, conseguido por sus buenos números y resultados durante la temporada, entra en juego Martin Solveig, anfitrión de la gala, quien decide que la mejor pregunta para ese momento es «¿Sabes hacer twerking?» Ada dejó de sonreír en ese preciso instante, y lo único que salió de sus labios fue un rotundo, contundente y alto «NO».
A partir de aquí, polémica servida. Él diciendo que era broma y pidiendo perdón, ella perdonándole. Por machismo, por torpeza, por verborreico, por lo que sea. Solveig consiguió convertir un hito importantísimo en la historia y carrera de una deportista en el momento que será recordado por algo ajeno al deporte. Solveig ganó ayer el premio al bocachancla del año.
Por supuesto tengo una opinión personal que seguramente conocéis. Por supuesto me parece un tremendo torpe y un soberano cabeza hueca. Por supuesto me parece machista, y me parece machista simple y llanamente porque en el momento en el que Luca Modric se hizo con su galardón, nadie le obligó a bailar una canción de Frank Sinatra y nadie le preguntó si sabía perrear.
La polémica está servida, pero me gustaría dejar una última reflexión: si haces algo que piensas que es gracioso, imagina que le haces esa broma a un hombre. Si queda ridículo, es machismo.
Post 22, reto 100 días.